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Lo que no te han dicho sobre el noviazgo (12)
¿Cuánto tolerar?


Por: Rafael Manuel Tovar | Fuente: Catholic.Net



Hay otro mito, muy actual, que también empapa el noviazgo: la tolerancia. Nuestra cultura promueve la condescendencia ante los errores ajenos, pues supone que cada uno es libre de opinar y hacer lo que prefiera, siempre que no perjudique a los demás. De rebote, demasiado orden o disciplina se ve como imposición fascista, por lo que se prefiere dejar correr a cada uno según su antojo. Esta tendencia se carga hacia un lado, porque la vida mejora con el equilibrio, no con un extremo.

También entre los novios conviene la armonía en ceder junto con firmeza, es decir, soportar las limitaciones de la pareja y exigir que cumpla sus responsabilidades. ¿Ayer no me apoyó porque tuvo un contratiempo? Comprenderlo. ¿Ya van tres veces que se le atraviesan imprevistos? Perdón, pero es un abuso: o me apoya o mejor busco a quien se la pase lejos por tanto contratiempo.

El apoyo es un gesto de amor, un maravilloso gesto de amor. Pero puede haber excesos: algunas personas entran en una relación de protección, de impulso a formar pareja para ayudar al necesitado. Pareciera un móvil lleno de amor, pero falla al convertirse en una dedicación al abandonado. El noviazgo no es un ejercicio de enfermería o de misionero. El noviazgo es una relación de amor, proyectada hacia la entrega completa, donde ambos participan con igual apoyo, porque si uno va a dar una parte y el otro da todo, el contrato es desequilibrado. Quizás no es al cincuenta por ciento, pero no donde una parte pone el 20 por ciento y la otra parte el ochenta. El noviazgo exige la distribución del peso entre los dos, aunque lo carguen en formas diferentes.

Hay quien no apoya por miedo. Teme no acertar con el regalo y no se arriesga a darlo. Teme aparecer por sorpresa para no molestar y nunca asombra con una llegada atractiva. Teme arriesgar y, como sucedió a un conocido, se retrasó en la propuesta a la muchacha para tomar juntos un helado: cuando dio el paso, ya salía con otro.

La fortaleza se consigue rompiendo el miedo: todo se puede con la decisión. Y, para decidirse, lo mejor es iniciar el camino, quitar el freno. ¿Soy muy débil para lanzarme? Me fortaleceré con pequeños actos, sea llamando primero yo por teléfono, sea siendo puntual, sea ofreciéndome a resolverle una tarea, sea callando cuando me dan ganas de protestar. Así ofreceré una mejor persona a quien amo.



Tolerar es sobrellevar un mal menor. Menor, pue si se permite el mal grande, se da pie al abuso. Hay que tolerar, pues todos tenemos fallos y limitaciones. Cuando la otra parte se sobrepasa y pide tolerancia a un mal grande, repetidamente, aceptarlo encadena al fracaso.

El amor tolera. El miedo acepta atropellos. Amemos. Seamos claros para decir a la pareja la raya roja que no permitimos: si la pasa, hasta ahí se llegó. Si ama y se esfuerza por mejorar, demos apoyo.

 

 









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