El que sabe obedecer sabe mandar
Por: Francisco Mario Morales | Fuente: Catholic.net

La psicología humanística nos ofrece una reflexión, y nos dice: "No hay peor falta de respeto para el ser humano que tratarlo como si fuera un objeto atropellando su dignidad y sus derechos".
Teniendo un conocimiento falso o una idea equivocada de lo que debe ser realmente la autoridad se cometen muchos errores que no solo afectarán a la persona sino a todos los que están en su entorno. Por eso es importante considerar dos conceptos parecidos, pero no iguales: Ordenar no es lo mismo que dar órdenes.
Dar órdenes es igual que mandar, imponer y dominar. Ordenar es organizar, preparar y poner orden. La autoridad debe ser sinónimo de servicio a los demás, por amor y con amor.
La verdadera autoridad debe estar al servicio de la familia, del grupo y de la comunidad, con la finalidad de formar seres responsables y verdaderamente libres. La autoridad debe dialogar no monologar, debe ejecutar lo que sus gobernados le solicitan y debe vigilar y actuar en consecuencia y trabajar por el bien común y no solo por sus intereses personales. El autoritarismo se origina en no conocer ni mucho menos vivir ni practicar el amor y el respeto consigo mismo y con los demás.
El autoritarismo busca obsesivamente la forma de dominar a los demás, de lograr un sometimiento absoluto de las personas; la humillación incondicional a la autoridad ha sido siempre la ambición de todo ser humano sin valores. Es un acto irreflexivo, insensato y precipitado. Es arbitrariedad, ineptitud y absoluto egoísmo. No es lo mismo imponer por conveniencias personales, que dialogar para tomar una decisión que beneficie a los demás. Muchas veces cuesta trabajo dialogar, y por no saber cómo, por eso se prefiere imponer. Y cuando sabe que no tiene la razón, se convierte en víctima, culpa a todos de su incapacidad y al victimizarse busca obsesivamente quien le de la razón.
La arbitrariedad y la opresión se viven con demasiada frecuencia en muchos sistemas políticos que se apoyan y abusan del poder, pero se vive esto también en muchas organizaciones laborales y sociales. Esto se pone de manifiesto cuando se busca una obediencia extrema, un control personal, una supervisión inflexible, una total desconfianza y se pugna hasta el cansancio y el delirio por el “respeto” a la autoridad.
El autoritarismo no soporta la “ineptitud” ni “la deshonestidad”, todo lo considera inmoral y busca afanosamente no “caer en esas actitudes”, viendo éstas en los demás. Para la persona autoritaria, todo lo que hacen los demás está mal.
Las personas autoritarias luchan extremadamente por imponer a todos una “moral” que ellos mismos no practican. Pero algo importante, no son capaces de reconocer su propia incapacidad y deshonestidad. La falta de valor para aceptar las consecuencias de sus propios actos los lleva a “Ver la paja en el ojo ajeno, pero no ven la viga en el propio”. Son los campeones de la “verdad”; creen tener “toda” la verdad en exclusiva (su verdad).
El autoritarismo es ignorancia porque desconoce el respeto y el valor de la dignidad humana, esto se manifiesta cuando las personas son sumisas con los poderosos y autoritarios con los débiles.
La persona autoritaria sobrevalora las relaciones con sus superiores. Los autoritarios “confunden” convenencieramente el servicio con el servilismo; viven llenos de prepotencia, menosprecian y abusan de su autoridad con los que dependen de ellos, familiar, económica, política o laboralmente.
El autoritario busca obsesivamente la forma de manipular para beneficio personal, sin considerar los derechos de los demás; el arma del autoritarismo es la defensiva para evitar ser usado como ellos lo hacen. Se asegura en Psicología que el autoritario tiene ciertas tendencias a disfrutar en ver y hacer sufrir a los demás, física, sentimental y moralmente.
Esto ha corrompido a muchos gobernantes y políticos, profesionistas y profesores, a algunos ministros religiosos, y la familia no podía quedar exenta. El autoritarismo no mide niveles culturales busca dominar más que convencer, busca ser reconocido por el despotismo. Es sinónimo de abuso, de maltrato, de atropello e injusticias; es el uso indebido, injusto y excesivo de los derechos.
Esto es origen y fruto de un ambiente familiar excesivamente inflexible, en el que se le da una importancia exagerada a las leyes y normas familiares, se exige una sumisión degradante, tradicionalista e inconsciente, intolerante y donde todo se “forma” y “educa” a base de castigos contra toda razón. O Bien en forma contraria, solo se le enseña a la persona a tener derechos, se le enseña a ser egoísta y exclusiva. Esto da pie a personas prepotentes o a personas con una baja autoestima.
La persona autoritaria, por lo general, es una persona resentida y frustrada por causa de una inflexibilidad, severidad y exigencia extrema en su niñez, adolescencia y juventud. Busca ser servido, pero sin el menor sentido de servicio.
“La familia en México es víctima de muchas fuerzas que tratan de destruirla o deformarla. Existen muchas familias que se disgregan y destruyen corroídas por el egoísmo, el aislamiento, la extrema pobreza, y, paradójicamente, por el ansia de bienestar, así como por el divorcio legal o de hecho.
No obstante, hay familias verdaderas o “Iglesias domésticas”, que en cuyo seno se transmiten auténticos valores, se vive la fe, se educa a los hijos en la fe y dan buen ejemplo de amor y respeto hacia el prójimo.
“El tema de la familia es difícil y complejo, por lo que nadie puede negar que es un tópico apasionante y fundamental, porque según todas las instancias sociales, la familia sigue siendo la célula de la sociedad”. (S.E.R. Norberto Rivera Carrera).
La familia tiene un papel trascendental en la formación completa del niño, sería necio pensar que actualmente no se necesita la formación familiar.
Quien con celo mal entendido a cada momento insiste en su autoridad y sus derechos, demuestra que no tiene control de su actuación, adolece de graves fallas en su formación, y camina, si no es que ya llegó, al fracaso.
Para los hijos hay dos extremos igualmente peligrosos: el autoritarismo o el abandono, la apatía y el egoísmo. Lo primero: aleja y cierra toda posibilidad de entendimiento y colaboración para el desarrollo de la personalidad. Surgen barreras insalvables; las grietas se ahondan, la comunicación se rompe, el aislamiento lleva con toda seguridad al fracaso. En lo segundo: el renunciar al ejercicio responsable de la autoridad, demuestra inmadurez e irresponsabilidad, camino seguro para que entren en la familia todo género de desórdenes. El arte está en lograr la cooperación de todos, padres e hijos. No ver adversarios ni formar ningún bando, sino aliados por amor, ese es el camino de un hogar verdaderamente unido. Es necesario que todos los integrantes estén conscientes que donde hay derechos debe haber deberes.
Donde hay autoridad sin valores ésta se toma como pretexto para el autoritarismo y el machismo. La persona necia destaca por su falta de sentido de razón, jamás accede a otras opiniones. El abuso de autoridad será siempre antipedagógico en la docencia y en la familia.
En el aspecto familiar, en muchos casos premeditadamente los papás "Ignoran" y se vuelven fieles tradicionalistas. Esto con el único objetivo de no esforzarse por el bien familiar ni tener la mínima inquietud y compromiso por actualizarse, de no dar el extra a nuestros hijos por pereza y comodidad convenenciera. SE PREFIERE VIVIR BAJO COSTUMBRES, EGOISTAS Y COMODINAS.
Esta actitud generalmente refleja dos aspectos: Por un lado, un total rechazo y desinterés a los hijos. Y por otro, produce en el joven: Rebeldía y agresión como signos de impotencia, conflicto, frustración y desmotivación; producto del vacío, egoísmo y ausencia total de amor.
El que sabe obedecer sabe mandar
La obediencia debe ser por convicción (entendimiento, comprensión y aprendizaje), ésta se logra a base de dialogo, orientación, comunicación, apoyo consciente encaminado al bien presente y futuro de la persona y para su plena realización moral, espiritual y material.
Como padres, es importante y necesario prepararse y actualizarse, para que en el ambiente familiar y humano se tenga la capacidad de:
- S U G E R I R
- A D V E R T I R
- P R E V E N I R
- G U I A R
NO HAY MEJOR DEFINICION DE PADRE QUE: - Guía y ejemplo.
Pero desgraciadamente en los tecnicismos modernos se han confundido los términos y ahora no nos damos cuenta que lo anterior es diferente a imponer, a controlar; a no querer PERDER EL PODER, esto tiene dos consecuencias.
La primera: Como ya lo mencionamos anteriormente, produce actitudes de inconformidad e inestabilidad.
La segunda: Produce una sumisión convenenciera con la que formamos seres deshonestos, estafadores, desobligados, irresponsables, desvergonzados e inmaduros.
Como consecuencia, el niño, el adolescente, el joven que vive en un ambiente de autoritarismo e imposición puede desarrollar una fuerte sumisión hacia sus padres, tomando el patrón para una vida futura. Aprendiendo a ser de determinada forma con los superiores, con los de su misma edad y con los pequeños, inconscientemente se han tomado las actitudes de los padres, como modelo.
En otras palabras, en el ambiente que fuimos criados, en ese patrón, nos desarrollaremos. Cuando el ambiente “formativo” fue de sometimiento, se tendrá que superar siendo perfectibles continuamente.
Por eso es importante que como padres tengamos presente que nuestras actitudes están siendo OBSERVADAS y tomadas como modelo para el futuro, llamémosle a esto "aprendizaje por imitación". ¿Cuántas cosas aprendimos cada uno de nosotros en nuestra niñez y en la adolescencia observando a los demás? "Los niños aprenden más en los diez primeros años de vida que en diez años de universidad" (Sálesman). Pío XII decía: Los hijos tienen malos oídos para escuchar, pero muy buenos ojos para observar.
El compromiso, maduro, responsable y consciente de nosotros, como padres, debe ser: "Haz lo que hago, además de lo que te digo".


