Los sacerdotes hoy tienen una comprensión mucho más sentida y vivida de las exigencias del propio estado
Por: Giacomo Galeazzi | Fuente: vaticaninsider.lastampa.it

Retomando la «imagen verdaderamente extraoridinaria» que usó Francisco en el encuentro con la Curia Romana, para las felicitaciones navideñas, el cardenal Beniamino Stella, prefecto de la Congregación para el Clero, traza en una entrevista con “L’Osservatore Romano” el perfil del sacerdote según las enseñanzas de Papa Bergoglio. Y es «un sacerdote, por una parte, con una fuerte espiritualidad y disciplina personal, que reza y cura, con fidelidad y metódicamente, la propia vida interior; por otra, es uno que vive en medio del pueblo de Dios, un pastor que participa con el corazón en la vida de la propia comunidad». De hecho, subraya el cardenal que guió durante mucho tiempo la Academia Eclesiástica de la Plaza de la Minerva, en donde se forman los diplomáticos de la Santa Sede, «los sacerdotes hoy tienen una comprensión mucho más sentida y vivida de las exigencias del propio estado, tanto en el cuidado espiritual de la propia identidad, como en la cercanía y en el servicio al pueblo de Dios, con humanidad y corte evangélico».
Siguiendo las reflexiones de Francisco, el purpurado que desde hace un año se ocupa del dicasterio para el Clero subraya que «del sacerdote solo se habla cuando cae, pero de los miles de aviones que vuelan no se dice nada, se dan por descontado». Pero cuando se da «el drama, entonces se habla, surge el escándalo». Esta imagen fue, por parte de Papa Francisco, «un gran elogio del sacerdote y de la multitudes de presbíteros que trabajan con dedicación y con pasión, fieles a la vida espiritual y a la propia misión». Stella añadió que hace algunos días «un sacerdote me pidió que sugiriera al Santo Padre que fuera un poco más afectuoso con los sacerdotes. Me sorprendí un poco, porque me parece que el Papa siempre ha hablado con garbo, respeto y elegancia sobre la vida de los presbíteros; claro, es exigente y riguroso, pero es innegable la compasión y la humanidad del Santo Padre hacia los colaboradores del orden episcopal». Por ello, «habría que sorprenderse si Papa Francisco, a partir de la propia experiencia de formador y de pastor, no llamara a la conversión y a la fidelidad». Y «nadie puede dudar de este gran corazón del Santo Padre, sobre todo hacia miles de sacerdotes que vuelan sin que nadie los note, sin llamar la atención, y que son la fuerza de las comunidades cristianas».


