Menu



El alma sufre una transformación en la prueba

El alma sufre una transformación en la prueba
Aceptación total de la voluntad de Dios en la propia vida


Por: MARTÍN, ANTONIO MA | Fuente: El deseo de Dios y la ciencia de la Cruz; en el hermano Rafael. DDB 1996. Pág. 222-223.



MARTÍN, ANTONIO MA.; El deseo de Dios y la ciencia de la Cruz; en el hermano Rafael. DDB 1996. Pág. 222-223.

El alma sufre una transformación en la prueba

Atiéndeme, hermano: por el camino que el Señor me lleva, camino que sólo Dios y yo conocemos, he tropezado muchas veces, he pasado amarguras muy hondas, he tenido que hacer continuas renuncias, he sufrido decepciones, y hasta mis ilusiones que yo creía más santas, el Señor me las ha truncado. El sea bendito.

Pues bien, todo eso me era necesario ... Era necesaria la soledad. Fue necesaria la renuncia a mi voluntad. Fue, y es necesaria, la enfermedad.¿Para qué? Pues mira, a medida que el Señor me ha ido dejando sin sitio fijo, enseñándome lo que soy, y desprendiéndome unas veces con suavidad de las criaturas y otras veces con rudos golpes, en todo ese camino que veo tan claro, he aprendido una cosa, y mi alma ha sufrido un cambio... No sé si me entenderás, pero he aprendido a amar a los hombres tal como son, y no tal como yo quisiera que fueran y mi alma, con cruz o sin ella, buena o mala, aquí o allí donde Dios la ponga, y como Dios la quiera, ha sufrido una transformación... Yo no sé expresarlo, no hay palabras... pero yo lo llamo serenidad.

Es una paz muy grande para sufrir y gozar. Es el saberse amado de Dios a pesar de nuestra pequeñez y nuestras miserias... Es una alegría dulce y serena, cuando nos abandonamos de veras en sus manos, es un silencio con todo lo exterior a pesar de estar de lleno en medio del mundo. Es la del enfermo, del tullido, del leproso, del pecador que a pesar de todo, seguía al Nazareno por los campos de Galilea.

Mira, tío Polín, querido hermano... Dios me lleva de la mano por un camino donde hay lágrimas, donde hay guerras, hay penas y miserias, santos y pecadores. Me pone cerca de la Cruz y, enseñándome con la mirada todo eso, me dice... Todo eso es mío, no lo desperdicies, a ti a quien tanto te quiero...Te doy luz para ver. Te doy un corazón para amarme. Dispongo de ti como me place porque eres mío... No desprecies el vivir que es para mí. Ama a las criaturas, que son mías... No llores en tu camino, que yo te lo trazo. Ama mi Cruz y sigue mis pasos. Llora con Lázaro y sé indulgente con la pecadora... Todo es Dios, todo es Jesús... todo es serenidad en la espera .

Comentarios: infologos@catholic.net







Compartir en Google+




Reportar anuncio inapropiado |