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Testimonio

Testimonio
Testimonio de oración


Por: Card. Sapieha |



Testimonio de oración del Card. Sapieha
JUAN PABLO II, ¡Levantaos! ¡Vamos! Plaza y Janés, México D.F., 2004, pág. 130-131.

San Pablo, apóstol ya experto, escribe hacia el final de su vida a Timoteo: «Ejercítate en la piedad. El ejercicio corporal sirve para poco; en cambio la piedad es provechosa para todo, pues tiene la promesa de la vida, de la presente y de la futura» (1 Tm 4, 7-8). La capilla está tan cerca que bastan dos pasos para llegar a ella; es un privilegio de todo obispo, pero al mismo tiempo es para él un gran deber. La capilla está cercana para que en la vida del obispo —la predicación, las decisiones, la pastoral— todo comience a los pies de Cristo, oculto en el Santísimo Sacramento. He sido testigo presencial de la costumbre del arzobispo de Cracovia, el príncipe Adam Sapieha, a este respecto. El cardenal primado Wyszynski, en la homilía fúnebre en Wawel, habló así de ella: «Entre tantas características de su vida, hay una que me ha hecho reflexionar. Durante las asambleas de la Conferencia Episcopal, al término de una jornada de trabajo, a veces fatigosa, todos se apresuraban hacia sus casas bastante agotados; sin embargo, este hombre incansable iba a su fría capilla y permanecía allí ante Dios en la oscuridad de la noche. ¿Cuánto tiempo? No lo sé. Nunca oí durante las horas de trabajo nocturno en la casa arzobispal los pasos del cardenal volviendo de la capilla. Una cosa sé, y es que su edad avanzada le concedía el derecho al descanso. Pero el cardenal tenía que cerrar con broche de oro la fatiga del trabajo de todo el día y la cerraba con el diamante de la oración. ¡Fue verdaderamente un hombre de oración! ».







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