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El Rosario: el mejor de los golpes contra el enemigo
La experiencia nos dicta que no existe hoy día nada tan subversivo ni tan revolucionario como rezar el Rosario, ni tampoco nada tan beneficioso al espíritu


Por: Emiliano Hernández | Fuente: ForumLibertas



En su último viaje a Inglaterra para disputar la Copa Master de Tenis entre los mejores jugadores del mundo, a Juan Martín del Potro le robaron su cartera; en ella llevaba un rosario muy especial que le había regalado el Papa Francisco al final de una audiencia general el pasado mes de mayo. Si bien es verdad que la pérdida de ese precioso regalo del Papa es irreparable, a buen seguro que habrá podido comprar otro en algún lugar de Londres para continuar llevándolo junto a él a todas partes, tal y como venía haciendo con el anterior.

Intento hacer lo mismo que el gran astro del tenis y la cosa no resulta ser tan fácil como me la imaginé, y con ello no me refiero a emular uno de los más potentes drives del circuito sino a la compra de un rosario en uno de los centros comerciales más renombrados de nuestro país; aunque en éste caso no se trate de los afamados grandes almacenes Harrods, doy por sentado que no saldré de sus dependencias sin un sencillo y humilde rosario.

Pregunto en Información y me apercibo al instante como la señorita que me atiende es presa de una sana excitación: "por fin una pregunta con enjundia, ¡algo que puede dar emoción a la mañana!" parece decir con su mirada. Titubea unos momentos y, antes de darse por vencida, pide asistencia a otra compañera. Un centelleo de imaginación por parte de la empleada me deja entrever un rayo de esperanza: "Quizá pueda encontrar lo que está buscando en Souvenirs & Turismo" –contesta con asertividad, cuidándose de no designar en voz alta el objeto en cuestión. Telefonea y me sonríe con profesionalidad. No todo está perdido: una planta más abajo podré encontrarlo. De inmediato me dirijo a donde me ha indicado para de nuevo volver a darle mis explicaciones a la Encargada de Planta que, después de mirarme como si llevará una chistera en la cabeza, conejo incluido, me conmina a que la siga. Siguen interminables requiebros y zigzagueos a través de una espesa jungla de bienes de consumo hasta arribar en frente de un expositor acristalado flanqueado por un batiburrillo de espadas, cerámicas, abanicos y cuchillos repujados; la empleada gira sobre sus tacones y espeta con la alegría del que acaba de resolver un sudoku: "aquí tiene usted: ¡un rosario damasquinado de Toledo! Es lo único que nos ha llegado".

Esta simple anécdota no es más que el puro reflejo de la suerte que le ha tocado vivir en la actualidad a una de nuestras oraciones más populares. Se trata de un testimonio concluyente de, nada más y nada menos, el lugar que hemos asignado al Rosario en nuestros días.

Los grandes almacenes, oráculos de nuestra sociedad paganizada, han apuntado, una vez más, con precisión el rumbo desnortado de nuestro destino colectivo; sólo es necesario prestar la debida atención a cualquiera de sus pitonisas para ahorrarnos páginas y páginas de lectura sobre coyunturas sociales, económicas y religiosas.

El Rosario ha sido reducido en nuestras vidas a los arrabales de la práctica religiosa, hasta llegar a ser considerado un arquetipo de lo que fue nuestro pasado. En la actualidad, se ve este rezo como algo desfasado, impropio de la modernidad; en el mejor de los casos, como algo apto para personas de edad avanzada.

Nada más lejos de la realidad. El Rosario es una oración sumamente importante para quien cree en Dios. Al rezar el Rosario repetimos diversas plegarias una y otra vez para instaurar un ámbito de piedad, de sosegada meditación e invocación reposada, y permanecer activamente en él. Rezar así, indicaba Romano Guardini, uno de los más grandes humanistas del pasado siglo, requiere una paciencia amorosa, como la de quien se adentra en una realidad excelsa y no ceja hasta que la conoce de cerca y la convierte en su hogar. De la misma manera que se repite más de treinta veces "Et in terra pax hominibus bonae voluntatis" en el Gloria de la gran Misa en si menor de Juan Sebastián Bach para sumergirnos en un ámbito de paz o se reiteran determinados versos en las composiciones de Garcia Lorca o Lope de Vega con objeto de introducirnos en un ámbito poético, la repetición creativa en el Rosario nos crea un ámbito de acogida en la vida divina, al mismo tiempo que favorece el deseo de una configuración cada vez más plena con Cristo, verdadero "programa" de la vida cristiana.

La primera dificultad que deberíamos superar si de verdad deseamos salir de este círculo vicioso y poder aprovechar para siempre la grandeza de esta oración sería la de vencer el respeto humano, es decir, la presión de la opinión generalizada, incluida la nuestra. Romano Guardini nos dio ejemplo de ello, no vaciló en defender el valor profundo del rezo del Rosario frente a aquellos que lo despreciaban como una oración propia de masas incultas. Como consecuencia de ese amor y de su compromiso con el estudio de oraciones populares la prestigiosa revista de investigación Jahrbuch für Liturgiewissenschaft le excluyó de su colaboración al no reconocer destacados representantes del movimiento litúrgico la alta calidad espiritual de estas formas tradicionales de oración.

La experiencia nos dicta que no existe hoy día nada tan subversivo ni tan revolucionario como rezar el Rosario, ni tampoco nada tan beneficioso al espíritu. No deben preocuparnos las dificultades, es consustancial a la experiencia cristiana no tener miedo. Todos nuestros esfuerzos y sacrificios serán pequeños en comparación con las inmensas ganancias que recibiremos. La devoción al Rosario nos llevará de manera directa a la humildad, el arma más poderosa para todos los pobres de espíritu.

Charles Baudelaire decía que el Rosario es la oración al alcance de todos. Los católicos sabemos que el Rosario es un compendio de los principales momentos de la vida de Jesús al que se acompaña con el rezo de Avemarías y Padrenuestros. En esta sencilla oración podemos encontrar Todo, cualquiera que sea el tiempo y lugar en donde nos hallemos.

Desgranemos sin miedo las cuentas del rosario todos los que nos reconocemos católicos hasta convertirlo en algo tan habitual como el uso de un cinturón o de un pañuelo. Aprendamos la lección de Del Potro, que no sólo tiene el drive más veloz del circuito, sino que cuenta también con el rosario: el mejor de los golpes contra el Enemigo.







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