¿ Qué hago mañana?
¿ Qué hago mañana?
Por: Gabriel Cortina | Fuente: El Podium

A causa de la actual crisis económica, los jóvenes se enfrentan a un futuro incierto. Esta situación tiene, como común denominador, enormes dificultades para comenzar su desarrollo profesional y la precariedad de las oportunidades que se presentan. La paradoja es que, nunca como hasta ahora, las jóvenes generaciones han estado mejor formadas, pero se encuentran en un entorno en el que no hay esperanzas, parece que no tienen cabida, o por lo menos, que no es como cabía esperar. Enfrentarse a una crisis global de tan enormes magnitudes, y que no se acierta a predecir su salida, no es fácil. Tres son las reflexiones que deseo proponer.
En primer lugar, que un futuro seguro y estable no siempre está garantizado. A lo largo del siglo XX, muchos jóvenes han tenido que desenvolverse en un entorno complejo y con dificultades. Al final, con esfuerzo, renuncias y deseo de superación, muchos salieron adelante en sus trabajos, con mayor o menor fortuna, y hoy pueden mostrar en sus casas fotos de hijos y nietos. Es hora de ponerse en su lugar y preguntarse, ¿y yo, qué hubiera hecho? Es curioso que muchas grandes fortunas y corporaciones empresariales nacieran, precisamente, de jóvenes que comenzaron una actividad profesional muy modesta, sin apenas resultados, pero que con el paso del tiempo y un saber hacer correcto, lograron alcanzar sus sueños. Y sueños que implicaron creación de riqueza, prosperidad, empleos, e incluso, un desarrollo y una innovación que hoy disfrutamos como lo más normal del mundo. Quizás sea el momento de hacerse con una biografía para, más que leer, estudiar un par de casos que te llamen la atención en sectores tan variados como moda, hostelería, automoción, espectáculo, alimentación, transportes, tecnología…
En segundo lugar, que un estilo de vida y una educación que sobrevalora la protección, la seguridad, la comodidad y el éxito seguro, conducen precisamente, a lo contrario. La vida cómoda y segura no capacita para el sacrificio y la renuncia, al ahorro ni a la toma de decisiones responsable. ¿La razón? porque no tiene en cuenta que las cosas pueden cambiar a peores resultados, lo que implica una previsión, un saber esperar, o bien una actitud resuelta para lanzarse con fuerza e ilusión a aprovechar oportunidades. El carácter se forma mejor en la dificultad y en la escasez –“Entrenamiento duro, combate fácil”-. Por eso, si no hay una base afectivamente sana, intelectualmente formada, humanamente completa, equilibrada, no es posible cambiar de actitud ante un futuro que lleva el denominador común de “crisis global”. El síndrome de Peter Pan o la eterna juventud convierte a los hombres y mujeres en personajes infantiles, incapaces, dependientes, tremendamente vulnerables. Quizás sea el momento de pensar en los demás, de dejar de hablar de “mi” para hacerlo de “nosotros”, de ver en qué temas concretos puedo mejorar, formarme y aprovechar el tiempo con responsabilidad. Recuerda que ayudar a los demás o dedicar, en grupo, parte del tiempo a la justicia social, nos hace virtuosos. Esa actitud se manifiesta en una entrevista de trabajo y luego en la empresa, a la hora de trabajar en equipo, buscar clientes, solucionar problemas…
Por último, la incertidumbre y la falta de oportunidades implica necesariamente el plantearse un cambio y discernir si ha llegado el momento de poner en marcha una iniciativa profesional propia (empresa, trabajador autónomo) o salir al exterior hacia mercados emergentes. Las grandes emigraciones de principios de siglo XX salieron a buscar oportunidades. Hoy los tiempos han cambiado y las condiciones son diferentes. Pero está claro que hay que moverse. A los emprendedores les mueve la ilusión por el proyecto y el medio-largo plazo. Quizás sea el momento de cambiar de sector, intentar otras cosas, desarrollar nuevas habilidades.
Ante la situación tan compleja que viven muchas economías aparece con fuerza la familia como ámbito de ayuda básica y como célula básica de la sociedad. Asimismo, da lástima ver en TV a jóvenes que esperan soluciones únicamente mediante manifestaciones y protestas, muchas de ellas violentas, como si fuera una diversión el salir a dar gritos y romper tiendas y calles, en forma de pataleta revolucionaria. Si bien es cierto que hace falta denunciar las injusticias y exigir derechos, creo que ahora es más urgente hablar de deberes, porque nos unen y nos fortalecen. En mi opinión, es necesario crear las condiciones para desarrollar y proteger las clases medias, que es lo que sostiene y da estabilidad a un país; fomentar la iniciativa social y emprendedora, favorecer la inversión, atraer talento; reducir el tamaño de las administraciones públicas, limitar el gasto, apostar por la subsidiariedad y la transparencia; en definitiva, generar una cultura a favor del bien común con sólidos pilares. A esa urgente e importantísima labor están llamados también los jóvenes, quienes en su vida adulta podrán dar respuestas eficaces a una crisis que sabrán podrá regresar si no se aprende la lección.


