El amor fiel, en imágenes
El amor fiel, en imágenes
Por: Juan Alejandro Palacios, L.C. | Fuente: www.buenas-noticias.org

Una imagen habla más que mil palabras. Con el paso del tiempo son más las imágenes que nos asaltan cada día: soldados en guerra vestidos de pies a cabeza con ropas militares; políticos, empresarios, gente influyente luciendo un traje y una corbata; niños felices y sonrientes, o tristes y pobres… hasta correr el riesgo de perder el sentido y el mensaje que se expresa en una imagen. Parecería una contradicción que las palabras tengan menos influencia que una imagen.
Sin embargo, al ver a Nick recostado en una camilla para enfermos en un hospital, con cierta actitud de tranquilidad y vigilancia pasiva, sin preocupaciones, al lado de una joven que duerme profundamente conectada a un tubo de oxígeno y descansando del dolor ocasionado por su enfermedad, viene a la mente una palabra: amor fiel.
Nick y Kate Kirkpatrick eran amigos inseparables desde la adolescencia. Para él, Kate se convirtió en el delirio de su vida y a sus 23 años hacía una bella pareja con Kate, que tenía 21. Juntos soñaban con grandes proyectos: un matrimonio feliz, muchos hijos, ratos agradables en una playa o en la montaña… Pero en el caso de Nick y Kate sólo se pudo cumplir el primer proyecto y por un espacio de cinco días… pues a Kate le diagnosticaron cáncer.
Nick no dejó morir su amor ¿esta mujer excepcional, que era la ilusión de su vida, la que le acompañaría en su trajín diario, que le esperaría todas las tardes con una sonrisa al regresar del trabajo, que le cuidaría en la enfermedad y que sería la madre de sus hijos, tenía que morir sin llegar a serlo? No dejó perder ni un minuto: la acompañó todos los días en el hospital hasta que le propuso matrimonio.
Felices los novios, con su vestido nupcial se juraron amor eterno. A Kate le lucía espléndido el traje de novios que debían ajustar continuamente ya que, a causa de su enfermedad, cada día perdía bastante peso.
Ella iba en silla de ruedas, conectada todo el tiempo al tubo de oxígeno y con una sonrisa radiante, envidia de sus amigas, como si para ella hubiera valido la pena vivir para llegar a ese momento sin importar lo que sucediese en un futuro. La misma idea habrá pasado por la mente de Nick: «mi presente eres tú, lo demás ya vendrá».
A la boda asistieron sus familiares y amigos: los padres de Nick no se podían ver más orgullosos de su hijo que en aquel momento, los amigos de la pareja vivieron una fiesta de bodas con la altura que se merecía el nuevo matrimonio y Kate fue la anfitriona incluso en las canciones.
Cinco días después de la boda, Kate murió: una mujer físicamente debilitada, con una sonrisa enorme en los labios, pero siendo plenamente consciente de su enfermedad y de su inminente muerte. Gracias a Nick, ella encontró la felicidad y murió, quizás, en sus brazos, rodeada del verdadero amor fiel. Nick habrá despedido a su esposa en un abrazo y sin duda adivinaría en su sonrisa el agradecimiento que no podía expresar, pero que nunca se le borrará de su memoria.
La felicidad no se compra. Lo único que puede aquilatar una vida que, aparentemente, se apagaba hundiéndose en el sinsentido del dolor, en el sufrimiento de ver día a día cómo las fuerzas corporales se apagan y la vida se va a cuentagotas es un amor fiel, generoso y abnegado como el de Nick.
Todos tenemos parientes, amigos, hermanos, hijos que nos hacen felices; pero quizá, como las imágenes, estamos tan habituados a verlas que ya no nos llaman la atención y van perdiendo su valor. Por ello, vale la pena verlas, una a una, y dejar que ellas nos hablen directamente al corazón.
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