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El lenguaje del cuerpo
El lenguaje del cuerpo
El lenguaje del cuerpo humano expresa la realidad del hombre y de la mujer como personas
Por: Diego Calderón | Fuente: Arcol

Por: Diego Calderón | Fuente: Arcol

Algunos espacios publicitarios que pululan por la calle y que inundan las transmisiones televisivas muestran frecuentemente imágenes y comportamientos en clave erótica. De esta forma, aparecen cuerpos femeninos y masculinos semidesnudos o con ademanes cautivadores y sugestivos promocionando artículos triviales de consumo como bebidas, comidas, vestidos y coches.
La dignidad y esplendor propios del cuerpo humano han ido perdiendo terreno en algunos sectores de la sociedad; al mismo tiempo se ha debilitado progresivamente la sensibilidad y el respeto hacia la intimidad del cuerpo en su masculinidad o feminidad.
La reducción del cuerpo humano a un objeto de explotación publicitaria, económica y hedonista hace disminuir simultáneamente la dignidad de la persona humana hasta llegar a convertirla en un instrumento del mercado. Poco a poco se va perdiendo el respeto por los demás y hacia uno mismo y florece la indiferencia ante la dignidad de la persona y ante el sentido moral.
Detrás de una visión erótica y utilitarista del cuerpo humano se esconde una mentalidad que valora poco e incorrectamente la sexualidad humana limitándola a genitalidad y a la búsqueda de la satisfacción individual.
El cuerpo humano tiene un propio lenguaje, que nos revela y expresa a la persona humana en su intimidad y totalidad, sensible y espiritual. Desde esta perspectiva se excluye la concepción del cuerpo como un objeto anónimo, despersonificado y carente de valor y dignidad, del que se puede disponer arbitrariamente.
Desde las reflexiones ofrecida por Ramón Lucas en el libro El hombre espíritu encarnado, constatamos que el cuerpo constituye una parte esencial del hombre porque no es algo que poseemos accidentalmente como la ropa que usamos para cubrirnos sino que nuestro cuerpo somos nosotros mismos. Al encontrarnos con alguien no estamos solamente frente al cuerpo de un hombre sino que interactuamos con una persona constituida en unidad de cuerpo y alma que es digna de toda nuestra atención y respeto.
Por otro lado, la persona habla a través de su cuerpo porque con su imagen externa y sus movimientos corporales, manifiesta y expresa su intimidad, es decir, su pensar, su querer, carácter, sentimientos y psicología. También la correcta contemplación del cuerpo humano nos revela la identidad de una persona singular que nos lleva a llamarla por su nombre y a distinguirla de los demás. El cuerpo no es un objeto externo sino que es un alguien lleno de intimidad.
Ante la muerte de un ser querido no lloramos por 70 kilos de peso, 1,80 metros de altura, más de 200 huesos, millones de neuronas, 80 años de vida, sino que nuestro dolor se arraiga en la ausencia de una persona. De esta forma, comprendemos que el cuerpo humano no termina en los datos biológicos, médicos y empíricos, sino que nos habla de una persona, de su intimidad y de su realidad, no sólo corpórea sino también espiritual.
En conclusión, el lenguaje del cuerpo humano expresa la realidad del hombre y de la mujer como personas. El cuerpo no se reduce a una pobre materialidad sino que «la corporeidad es el modo específico de existir del espíritu humano» (Ramón Lucas). Por otro lado, la contemplación del cuerpo humano nos permite descubrir la grandeza del Dios Creador y nos llena de admiración ante la habilidad del Sumo Artista manifestada en nuestro cuerpo.
La dignidad y esplendor propios del cuerpo humano han ido perdiendo terreno en algunos sectores de la sociedad; al mismo tiempo se ha debilitado progresivamente la sensibilidad y el respeto hacia la intimidad del cuerpo en su masculinidad o feminidad.
La reducción del cuerpo humano a un objeto de explotación publicitaria, económica y hedonista hace disminuir simultáneamente la dignidad de la persona humana hasta llegar a convertirla en un instrumento del mercado. Poco a poco se va perdiendo el respeto por los demás y hacia uno mismo y florece la indiferencia ante la dignidad de la persona y ante el sentido moral.
Detrás de una visión erótica y utilitarista del cuerpo humano se esconde una mentalidad que valora poco e incorrectamente la sexualidad humana limitándola a genitalidad y a la búsqueda de la satisfacción individual.
El cuerpo humano tiene un propio lenguaje, que nos revela y expresa a la persona humana en su intimidad y totalidad, sensible y espiritual. Desde esta perspectiva se excluye la concepción del cuerpo como un objeto anónimo, despersonificado y carente de valor y dignidad, del que se puede disponer arbitrariamente.
Desde las reflexiones ofrecida por Ramón Lucas en el libro El hombre espíritu encarnado, constatamos que el cuerpo constituye una parte esencial del hombre porque no es algo que poseemos accidentalmente como la ropa que usamos para cubrirnos sino que nuestro cuerpo somos nosotros mismos. Al encontrarnos con alguien no estamos solamente frente al cuerpo de un hombre sino que interactuamos con una persona constituida en unidad de cuerpo y alma que es digna de toda nuestra atención y respeto.
Por otro lado, la persona habla a través de su cuerpo porque con su imagen externa y sus movimientos corporales, manifiesta y expresa su intimidad, es decir, su pensar, su querer, carácter, sentimientos y psicología. También la correcta contemplación del cuerpo humano nos revela la identidad de una persona singular que nos lleva a llamarla por su nombre y a distinguirla de los demás. El cuerpo no es un objeto externo sino que es un alguien lleno de intimidad.
Ante la muerte de un ser querido no lloramos por 70 kilos de peso, 1,80 metros de altura, más de 200 huesos, millones de neuronas, 80 años de vida, sino que nuestro dolor se arraiga en la ausencia de una persona. De esta forma, comprendemos que el cuerpo humano no termina en los datos biológicos, médicos y empíricos, sino que nos habla de una persona, de su intimidad y de su realidad, no sólo corpórea sino también espiritual.
En conclusión, el lenguaje del cuerpo humano expresa la realidad del hombre y de la mujer como personas. El cuerpo no se reduce a una pobre materialidad sino que «la corporeidad es el modo específico de existir del espíritu humano» (Ramón Lucas). Por otro lado, la contemplación del cuerpo humano nos permite descubrir la grandeza del Dios Creador y nos llena de admiración ante la habilidad del Sumo Artista manifestada en nuestro cuerpo.
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