La concepción humana desde distintas filosofías
Por: María de las Nieves Álvarez Peláez | Fuente: ForumLibertas

María de las Nieves Álvarez Peláez es médico. Proyecto Mujer Ecología, Cultura DDHH (ANDI)
1. Introducción
Las aportaciones científicas y biológicas, durante la segunda mitad del siglo XX marcaron la vida social con sus aportaciones, pero estuvieron impregnadas por corrientes ideológicas con una concepción materialista de la vida, tanto en la forma de vivir como en la concepción originaria de esa misma vida como seres humanos.
Es la biología/embriología la nos aporta una realidad cierta; la vida del ser humano comienza con la fecundación del óvulo por el espermatozoide, formando el zigoto.-nuevo ser humano-.
2. ¿Se incorpora un espíritu o alma al zigoto en el momento de la concepción?
La visión trascendente afirma que el ser humano es inmortal, es un ser corpóreo-espiritual, se trata de vivir un proceso temporal para cada ser humano creado. Los que postulan que el alma existe, tienen una visión de apertura trascendente de la vida y afirman que alma y el cuerpo son creados directamente por Dios en el instante de la fecundación, momento origen de la existencia corporal, así lo afirma la concepción cristiana. Desde esta visión trascendente el alma vital da forma al cuerpo y la unión alma-cuerpo es la persona humana y ésta no acaba en la muerte del cuerpo.
La visión materialista propugnada por los ateos, niega el Espíritu y el alma infundida, la personalidad del ser humano sería un producto de la genética, de las hormonas, de la cultura, de los procesos de la educación, de la ecología ambiental incluida la alimentación, que se recibe en el contexto familiar y entorno social y que toda esta realidad desaparece por completo con la muerte.
Las concepciones filosóficas como los hinduistas y budistas afirman que se trata de un espíritu que tiene miles de años de existencia y se va reencarnando continuamente en un proceso evolutivo hasta lograr su perfección. Estas filosofías no dan demasiada importancia a los procesos históricos, ya que entienden el mundo como maya o ilusión, realidad bastante contrapuesta a los que adoptan posiciones materialistas sobre todo en Occidente.
3. Una crisis existencial subyace a la crisis económica
Estamos en la segunda década del siglo XXI, inmersos en una crisis económica, pero es imposible olvidar lo que subyace de fondo, la gran crisis de valores humanos y trascendentes. Y el ser humano intenta definir los nuevos paradigmas que regirán la sociedad de este siglo, la respuesta que se dé a las preguntas e interrogantes que surjan es fundamental.
La caída de valores fundamentales, el descenso de la natalidad en Europa, la política del hijo único, el oscurecimiento que de forma deliberada se está haciendo a las raíces cristianas es parte de esta crisis, aunque la mayoría no sean aún conscientes de ello y sólo se intuya desasosiego por un porvenir incierto.
Es necesario volver a cimentar la verdadera identidad y esencia del ser humano y hacerla comprensible para todas las personas, ya que de esa realidad va a depender el futuro de la sociedad, del que todos estamos llamados a construir, ya que para poder avanzar como seres humanos libres y responsables, necesitamos conocer una guía comprensible en el trayecto, para saber que nos puede deparar la existencia, como seres individuales arraigados en la Tierra, siendo solidarios como miembros de la misma especie. La guía está en recuperar el sentido personal y la concepción de vida que le demos a nuestra encarnación y muerte.
4. ¿Por qué una filosofía de vida desde la concepción a la muerte?
Esta forma de marcar pautas de futuro no es algo nuevo, ya que es la razón de todas las filosofías y religiones desde la antigüedad, si bien es cierto que cada una tiene aportaciones diferentes y muy concretas, poniendo de relieve la inmortalidad del alma desde Platón o la Resurrección del ser humano desde la visión cristiana.
Esta realidad de la visión trascendente del ser humano es una cuestión que los ateos ponen en duda, debido a una concepción materialista y así nos encontramos con varias corrientes que coexisten en el sistema social en el que vivimos.
Y es importante la aceptación de que el hombre trasciende esta realidad temporal y no solo es un ser biológico, que se forma en el momento de la fecundación y se apaga en la muerte, sino que es un ser corpóreo-espiritual. Así nacer y morir forman parte de un proceso de la vida terrenal, cuya finalidad es conseguir la maduración humana necesaria para adquirir una vida plena y eterna.
5. El deseo de los padres de tener un hijo y la libertad del nuevo ser.
Cada hijo- nuevo ser- adviene a la existencia como ser individual, pero no de forma solitaria, ya que son los padres los que le han de proporcionar el soporte material y físico con el aporte de las células germinales, que le son necesarias para la formación corporal, esto supone que los padres desean al hijo, es un acto personal de entrega y amor, dejan actuar al Espíritu, pero no son ellos los que eligen al hijo, sino que es el Espíritu y en esa realidad espiritual- el hijo- que se forma al emitir el mensaje genético va mas allá de cualquier acción voluntaria de los padres sobre él, si no se manipulan los genes.
Así los padres, sin interferir en el proceso de elección del embrión formado, serían los que eligen libremente tener un hijo y están abiertos al Espíritu, que al infundir el alma a la nueva criatura humana crea el cuerpo imprescindible para que el nuevo ser espiritual, pueda venir e iniciar un aprendizaje desde lo corporal incipiente, siendo un sujeto que aprenderá las nuevas lecciones que le son necesarias, para el desarrollo de su plenitud humana.
Es muy importante para que la vida humana se realice en plenitud, entender que el proceso es de tres personas: los padres que actúan siendo los progenitores y son padres porque co-crean un hijo. Esta triangularidad personal si se rompe o se evade por falta de responsabilidad de uno de los padres, da lugar a carencias en el hijo, pero también en el padre o madre. Y los padres deben entender que los hijos "no son cosas" ni propiedad de ellos y que el hijo- nuevo ser- es otra persona y tiene pleno derecho a la vida una vez ha sido concebido y ejerce la libertad personal, ya que el mismo embrión-el hijo- actúa desde el principio de forma inteligente y con autonomía.
Desde que el niño nace, se hace más visible el proceso iniciado en su concepción, es un aprendizaje continuo, el infante es un explorador y va configurando su personalidad, utilizando la razón y hace con su vida lo que estime oportuno, dentro del marco educativo marcado por la familia. El deber de los padres es ejercer su vinculación con el hijo, amarle, realizar una buena custodia y tutela, alimentándolo y educándolo para que se pueda desarrollar como ser humano, atendiendo al aspecto emocional y comunicativo que padre, madre e hijo deben de mantener en sus vidas a la vez que se abren al entorno social. La madre por su vinculación especial en el embarazo debe cuidar su salud, los aspectos emocionales y la relación de comunicación vital con su propio hijo.
Así, cada hijo es un trocito de cielo para los padres y los padres son para el hijo su cielo.


